20 feb 2009

El Populismo en América Latina. (*)

Desde inicios de la transición a la democracia, muchos mandatarios de la región vieron interrumpidos sus mandatos constitucionales. De manera diferente a como había sucedido en la historia reciente de América Latina, esta interrupción no trajo como consecuencia el fin del régimen democrático, por el contrario, los presidentes fueron y vinieron pero la democracia se mantuvo a flote. El año 2006 se inauguró y concluyó como un año electoral para la región dado que entre finales del 2005 y los doce meses siguientes, 12 países latinoamericanos celebraron elecciones presidenciales. Además, el calendario electoral no se agotaba aquí, ya que muchos países tenían importantes y decisivas elecciones legislativas. Presenciamos un momento histórico donde periódicamente se celebran elecciones –más menos libres y más menos limpias- en nuestros países para elegir gobernantes…pero ¿es suficiente? …
¿Hay un giro hacia la izquierda en América Latina? Esta es la pregunta que se encuentra en boca de todos los analistas latinoamericanos. Y la respuesta general es que hay un “corrimiento hacia la izquierda” en el espectro político de la región. Por cierto, esto es una verdad a medias. Definir la política latinoamericana en términos de derecha e izquierda nos dice poco. ¿Podríamos comparar a la socialista Bachelet con el MAS de Evo Morales? ¿Hay varias “izquierdas” que conviven todas ellas en este momento? ¿Hay una izquierda más pragmática? Estas categorías no nos facilitan el análisis de lo que ocurre política-mente en nuestros países, y, en gran medida, lo confunden.


Lo que podemos observar en la región es que, atravesando esta categoría ideológica, hay otra que denota la intensidad de las misma: es la distinción que introduce Norberto Bobbio entre extremistas y moderados. Esta categoría no tiene que ver con los fines, sino con los medios a los que se recurre, a los procedimientos con los que se llevan adelante las políticas de gobierno -o incluso en tiempos de campaña se encuentra en el discurso-. Por ello, si comparamos los candidatos que salieron segundos en las últimas elecciones celebradas en la región, Perú y Colombia (en el caso peruano nos referimos a la segunda vuelta), si bien ambos candidatos son de “izquierda”, Carlos Gaviria de Colombia aparece como un moderado ante un Ollanta Humala (quien por cierto “moderó” un poco su discurso en los últimos días y trató de despegarse de su mentor, el venezolano Hugo Chávez). El caso chavista es claro a la luz de la aplicación de su lógica “amigo – enemigo” llevada al “extremo”. Sin embargo, y salvando las distancias ideológicas que los separan a Izquierda y Derecha (digamos por ejemplo, Morales de un lado y Uribe del otro) y la intensidad que los separa entre el extremismo y la moderación (digamos, Chávez de un lado y Lula del otro, por ejemplo) en casi todos los casos -aunque en mayor o menor magnitud nos encontramos frente a una nueva ola del histórico populismo latinoamericano. No me atrevería a decir con un nuevo populismo -neo- porque en verdad tiene mas de viejo que de nuevo: “es nuevo de puro viejo”. (1) El populismo no distingue izquierdas ni derechas, hay populismos de izquierda y hay populismos de derecha, pero, sobre todo, son populismos y populistas sus gobernantes. Recurren a prácticas populistas tanto un Uribe como un Chávez, aunque estén en las antípodas. El populismo no reconoce ni respeta ideologías, las utiliza. Como sostiene Narciso Benvenaste “desde fines de los 90 en Argentina y parte de América Latina se ha revitalizado un discurso populista, uno de cuyos vértices es un tono nacionalista. (…) el populismo, mas allá de las variaciones que en política económica adopte en cada momento histórico, implica que el desarrollo individual no puede alcanzar la plenitud –ni en la iniciativa económica ni como ciudadano-, y que, por el contrario, genera una cultura de masas.” (2)


¿Qué y cómo se define un gobierno populista? El reciente artículo de Enrique Krauze (3) es esclarecedor al respecto. En primer lugar, el populismo exalta la figura del líder carismático: “no hay populismo sin la figura del hombre providencial que resolverá, de una buena vez y para siempre, los problemas del pueblo”. En este contexto, las elecciones se constituyen en un plebiscito en el que la persona del líder es convalidada por la masa como su portavoz único y exclusivo. Hoy es posible encontrar en la región todo tipo de tendencias plebiscitarias y de intentos de perpetuación en el poder, ignorando, omitiendo o modificando las reglas constitucionales. Ejemplo de esto es el caso de Álvaro Uribe que logró enmendar la Constitución colombiana de 1991 para poder presentarse a la reelección. Este es un típico caso de un gobierno que se “lee” como de derecha y que sin embargo aplica políticas populistas, con lo cual, ubicarlo en el espectro ideológico como un gobernante mas de derecha que de izquierda no nos pinta un cuadro completo sobre el gobierno de Uribe. Chávez, en el otro lado de la frontera, prometió quedarse hasta el 2021...y en algunos discursos dijo hasta el 2030. ¿Dónde quedaron los principios republicanos de alternancia y temporalidad en el ejercicio del poder? Este líder salvador, este mesías, utiliza de modo discrecional los fondos públicos y reparte directamente la riqueza, pero no reparte gratis: focaliza su ayuda, la cobra en obediencia. Nada es gratis. Todo tiene precio: la fidelidad y la obediencia. La asignación de recursos públicos sigue, a pesar de los procesos electorales, cautiva de grupos o coaliciones que lo utilizan en su exclusivo beneficio. La arbitrariedad está a la orden del día. La democracia se caracteriza, más allá de los procesos electorales, por el imperio de la ley, es decir, el Estado de Derecho; la separación de poderes y el respeto por las libertades fundamentales de palabra, opinión, reunión, expresión y propiedad. El populismo mina, domina y, en último término, domestica o cancela las instituciones de la democracia liberal. Por último, hay algo mas que decir sobre el populismo: “el populismo fustiga por sistema al “enemigo exterior”. Inmune a la crítica y alérgico a la autocrítica, necesitado de señalar chivos expiatorios para los fracasos, el régimen populista (más nacionalista que patriota) requiere desviar la atención interna hacia el adversario de fuera.” (4) Esta característica también es resaltada por Benvenaste: “esta proyección masiva de lo malo que ocurre en el país, en el extranjero poderoso, es publicitada por los políticos populistas y sirve para relativizar y proteger su comportamiento corporativo en el uso corrupto del estado1”. Hoy no sólo hay que achacarle las culpas al neoliberalismo, al Consenso de Washington y al FMI, sino, recrudecer y exaltar nuestras diferencias…Bolivia culpa a Chile, Uruguay y Argentina se desgarran vestiduras por un conflicto que nadie entiende pero cuya escalada es insólita, Chávez y Uribe cruzan cotidianamente mutuas acusaciones… Perú y Ecuador…Colombia y Venezuela…Chávez acusa a Alan García, Alan García a Chávez…Lula a Morales… En fin…la lista es larga y se ensancha día a día. Como señalan Benavente Urbina y Cirino en su libro La Democracia Defraudada: “el líder populista debe estar y vivir constantemente bajo amenazas, internas, externas, lejanas, cercanas, sus días están marcados por épicos conflictos, reales o inventados que se convierten en la profecía auto-cumplida que fundamenta su existencia política y justifica sus tropelías; son tiempos de crisis, de emergencia, etc. La nación requiere de una mano firme que guíe, casualmente, la del líder”. (5) En síntesis, la clara vocación hegemónica del populismo arrastra consigo y sumerge todo en una retórica confusa –pero conciente- de “amigo vs. enemigo”: y por las dudas, todos son enemigos. Y los enemigos, son enemigos del “pueblo”, de la “nación”. Vivimos un histórico proceso democrático en términos de celebración de elecciones en la vida de nuestros países. Esto es un logro de nuestra vida democrática y debemos cuidarlo. Pero elecciones no es sinónimo de democracia, es un requisito, es la forma, es el procedimiento. Pero no la define, la hace posible. Es el requisito necesario, pero no suficiente. Al lado de las elecciones se encuentra un conjunto de instituciones que hacen posible la vida cotidiana en democracia. Estas instituciones son las que el populismo clausura.


La democracia se caracteriza, más allá de los procesos electorales, por el imperio de la ley, es decir, el Estado de Derecho; la separación de poderes y el respeto por las libertades fundamentales de palabra, opinión, reunión, expresión y propiedad. El populismo mina, domina y, en último término, domestica o cancela las instituciones de la democracia liberal. El populismo abomina de los límites a su poder, los considera aristocráticos, oligárquicos, contrarios a la “voluntad popular”, el populista hace y rehace las reglas de juego –políticas y económicas- de acuerdo a sus necesidades, se burla de las libertades individuales y domina, impera. Este es el peligro del cual pareciera que no nos damos cuenta. Día a día renunciamos, cedemos, y el populismo avanza. En primer lugar, bajo cualquier concepción teórica del Estado de Derecho que adoptemos la mayoría de los países latinoamericanos obtiene calificaciones muy por debajo de la media de los países desarrollados en todos los rubros de análisis como son el grado de accountability, de independencia judicial, control de la corrupción, etc. (6) Las trasgresiones cotidianas al Estado de Derecho (entendiendo por éste la existencia de una norma universal justa y conocida por todos, ante la cual deben inclinarse los gobernantes y los gobernados) parece ser una nota particular de casi todos los regímenes políticos de la región. (7) Coexisten en la mayoría de los países de la región un edificio jurídico - normativo impecable y una realidad lejos de aquél. No sólo hay una brecha entre la ley y el cumplimiento de la ley, sino con su aplicación, que resulta arbitraria, sesgada, caprichosa. Segundo, la separación de poderes: como señala F. Hayek: “el mecanismo por el cual los creadores del constitucionalismo liberal esperaban proteger la libertad individual fue la separación de pode-res.” (7) Las palabras célebres de Montesquieu fueron: “la misma virtud necesita limites. Para que no se pueda abusar del poder es preciso que, por la disposición de las cosas, el poder frene al poder.” (8) Hoy muchos presidentes latinoamericanos –superpresidentes-, en nombre del pueblo, avasallan a las instituciones, desconocen los límites a su poder. Hoy muchos presidentes latinoamericanos -superpresidentes-, en nombre del pueblo, avasa-llan a las instituciones, desconocen los límites a su poder. Presenciamos una creciente autonomía de los presidentes respecto al Congreso, con una mayor concentración de poder para los primeros y un poder judicial día a día menos autónomo y más politizado. Los límites a la acción de los presidentes se borran…por la emergencia, por la necesidad. Y siempre hay emergencias que requieren la acción inmediata y eficaz. Estamos inmersos en una eterna inmediatez. En relación a lo dicho, algunos hechos con posterioridad a los procesos electorales ensombrecen el panorama republicano de nuestras –todavía- jóvenes y algo tambaleantes democracias. Baste aquí decir o recordar que la Asamblea Nacional venezolana acaba de otorgar poderes especiales al presidente. Esos poderes le servirán para legislar por decreto en diez ámbitos: la estructura del Estado; la administración pública; la economía, las finanzas públicas; el régimen tributario; la seguridad ciudadana; ciencia y tecnología; ordenación del territorio; seguridad y defensa; infraestructura, y transporte y servicios. Otro dato: Rafael Correa se presentó a las elecciones sin listas de congresales, es decir, no tiene representantes de su partido en el Congreso ecuatoriano, de hecho, parte de sus propuestas (quizás su única propuesta clara y concreta) fue anunciar que si fuera electo llamaría a una Asamblea Constituyente para refundar el país. Esta estrategia de refundación la ha hecho suya Chávez –una vez más-, Morales (notemos que hace más de cinco meses que “funciona” y todavía no han logrado definir el mecanismo de votación interno de la misa) y ahora Correa. América Latina vive en la eterna refundación. Lo interesante sería fundar algo que perdurara los caprichos de los gobernantes de turno o bien que ellos respetaran lo que ya está y fue fundado…aunque no les guste o no sea funcional a sus planes y designios. Por último, la libertad de prensa, de expresión, de opinión. La incontinencia retórica de Chávez es aleccionadora y su Revolución Bolivariana tiene cuatro horas de programa televisivo los domingos (¿algo que decir sobre la libertad de expresión?). En el caso del amigo de Chávez y ejemplo de muchos latinoamericanos, Fidel Castro, podemos decir que “las severas restricciones a la libertad de expresión y el ejercicio del periodismo independiente en Cuba, se han puesto de manifiesto en las sentencias condenatorias emitidas respecto de las 75 personas detenidas el 18 de marzo de 2003. Puede advertirse allí que la tenencia de computa-doras o radiograbadores, o simples maquinas de escribir mecánicas, han sido considerados como indicios de actividades “contrarrevolucionarias”. La restricción a obtener información proveniente del extranjero, se advierte con la prohibición de acceder a internet sin autorización gubernamental.” (9) La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), reunida en Brasilia en mayo de 2006, instó a los países del hemisferio a defender el derecho de informar y ser informado al tiempo que lamentó que persistan los obstáculos para ejercer el periodismo en países como Cuba, Colombia, México, Venezuela, EE.UU. y la Argentina. La SIP tiene prevista una misión a Venezuela, con fecha por definirse, para hablar sobre la legislación "restrictiva contra la prensa y la persecución judicial que se mantiene en contra de varios periodistas", según informó el organismo. La democracia, una sana democracia -que conjugue ideales republicanos y liberales en sus cimientos mas profundos- como ha señalado Norberto Bobbio, necesita tanto del consenso como del disenso: “el pluralismo permite darnos cuenta de una característica fundamental de la democracia de los modernos con respecto de los antiguos: la libertad, mas aún, lo lícito del disenso.” Eso es lo que le permite crecer, arraigarse y fortalecerse: “(…) el disenso, cuando es mantenido dentro de ciertos limites establecidos por las llamadas reglas de juego, no es destructivo, sino necesario; una sociedad en la que el disenso no está permitido es una sociedad muerta o condenada a morir”. (10) ------------------------------------------------------------
Notas:
(1) La Madurez política en el argentino, EUDEBA, Buenos Aires, 2003. Pág. 9 – 11
(2) “Decálogo del Populismo”, en La Nación, 20 de diciembre de 2005.
(3) E. Krauze, op. Cit.
(4) Ídem Pág. 111
(5) Andrés Benavente Urbina y Julio Cirino, La Democracia Defraudada, ed. Grito Sagrado, Buenos Aires, 2005. Págs. 22-23.
(6) Según la definición de Friedrich A. Von Hayek: “el Estado de Derecho, en el sentido de primacía de la ley formal, es la ausencia de privilegios legales para unas personas designadas autoritariamente, lo que salvaguarda aquella igualdad ante la ley que es lo opuesto al gobierno arbitrario.” En Hayek, Friedrich, “La Planificación y el Estado de Derecho”, reproducido en Ideas sobre la Libertad nº 52, año XXX, Buenos Aires, Centro de Estudios sobre la Libertad, octubre de 1988.
(7) Friedrich A. Von Hayek, Los Fundamentos de la Libertad, capitulo VII “La constitución de un estado liberal”, Unión Editorial, Madrid, 1975.
(8) El Espíritu de las leyes, Editorial Tecnos, España, 1987, Pág. 114
(9) Ricardo Rojas, Los derechos fundamentales y el orden jurídico e institucional de Cuba, CADAL – Fundación Friedrich A. Von Hayek, KAS, Buenos Aires, 2005
(10) Ambas citas son de Norberto Bobbio, El Futuro de la Democracia. FCE, México, 2000. Pág. 70


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(*) Por Constanza Mazzina. Artículo publicado con permiso de la Fundación Friedrich A. von Hayek de Argentina. Tomado de la Revista digital "La Escuela Austríaca en el Siglo XXI", No. 1, año 2007, páginas 17 a 20, la cual puede ver en el siguiente enlace o dando clic aquí:
http://www.hayek.org.ar/new/images/revistas/LaEscuelaAustriacaenelSigloXXI_RevistaDigita_Primernumero.pdf

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